martes, 14 de mayo de 2013





Los precursores de la ecología

El papel de determinados personajes y disciplinas en los inicios de la ecología.El "evolucionismo" inspirador de la ecología
La inestimable aportación de Charles Darwin a la nueva doctrina evolutiva, Ernst Haeckel o el "padre de la ecología".
Los primeros trabajos y disciplinas - 1ª parte
Los trabajos interdisciplinares en los inicios de la ecología, las distintas ecologías de finales del siglo XIX.Los primeros trabajos y disciplinas - 2ª parte
las distintas ecologías de finales del siglo XIX (continuación), la nueva ciencia a finales del siglo XIX.
Debate demográfico
Preocupación y debate de los matemáticos sobre la población mundial.Sentimientos conservacionistas
Impulso de la Revolución Industrial y creación de las primeras sociedades de preservación de la Naturaleza.
La nueva ciencia ecológica y su desarrollo
Las etapas de la nueva ciencia, el desarrollo de las distintas ecologías por separado.Debate sobre el crecimiento cero
La generación del debate, resonancia tras los informes del Club de Roma,
Las nuevas publicaciones, estudios y redefiniciones
Publicación de las primeras ecologías generales (Odum, Clarke, Buchsbaum, etc.); definición de las diferentes partes de la ecología general; importancia de la ecología humana.
Historia de la ecología - 2ª parte
Revolución medioambiental, conferencias, programas, iniciativas...Ecología general - 1ª parte
Definiciones, biosfera, atmósfera, suelo...
Ecología general - 2ª parte
Ecosistemas, dinámicas, ciclos ecológicos...Ecología general - 3ª parte
Factores ambientales, medio marino, terrestre...
Ecología vegetal
Sucesiones terrestres, acuáticas, algales...Biología evolutiva
Teorías, procesos evolutivos, selección natural...





La ciencia ecológica


ÍNDICE DE ARTÍCULOS











Historia de la ecología - 1ª parte

Precursores, trabajos, debates...


Historia de la ecología - 2ª parte


La revolución del medio ambiente - 1ª parte

Primeras organizaciones para salvar los espacios naturales y especies en extinción; alerta y opinión internacional sobre determinados desastres ecológicos.La revolución del medio ambiente - 2ª parte

Movimientos sociales de relevancia... El "ecologismo", nueva corriente de pensamiento.
La revolución del medio ambiente - 3ª parte

Movimientos ecologistas a nivel mundial; actividades y campañas ecologistas; iniciativas ante la opción nuclear.
Las iniciativas ecológicas de Naciones Unidas

Protagonismo de la UNESCO, UICN, FAO, OMS, etc.; conferencias; bases que se sentaron
La Conferencia sobre el medio humano de Estocolmo - 1ª parte

Inconvenientes políticos entre estados y con diferentes niveles de industrialización; desarrollo de la conferencia: acuerdos, debates, diferencias y logros obtenidos.
La Conferencia sobre el medio humano de Estocolmo - 2ª parte

Desarrollo de la conferencia (continuación).
Los programas de las Naciones Unidas - 1ª parte

Continuación del debate sobre el medio ambiente, labores encomendadas, sectores incluidos en el programa.
Los programas de las Naciones Unidas - 2ª parte

Potenciación de los estudios para el control de la explosión demográfica; el programa Earthwatch; informes y propuestas; motivaciones políticas, sociales y religiosas.Las iniciativas gubernamentales

Implicación de los gobiernos en la problemática de la contaminación ambiental; creación de organismos y legislaciones para la protección del medio ambiente.
Las Cumbres de la Tierra

Cumbre de Río de Janeiro; reuniones de Berlín y Ginebra; El Protocolo de Kioto; reuniones de Buenos Aires, Bonn y La Haya; reunión de Marrakech 2001 con la redacción definitiva del Protocolo de Kioto.
Ecología general - 1ª parte

Definiciones, biosfera, atmósfera, suelo...

Ecología general - 2ª parte

Ecosistemas, dinámicas, ciclos ecológicos...
Ecología general - 3ª parte

Factores ambientales, medio marino, terrestre...

Ecología vegetal

Sucesiones terrestres, acuáticas, algales...
Biología evolutiva

Teorías, procesos evolutivos, selección natural...a Etnología demuestra sobradamente que los pueblos primitivos poseían una aguda conciencia de la íntima interdependencia que existe entre el mundo viviente y su ámbito físico, llegando a acumular una considerable información ecológica, integrada en su vivencia mágica del cosmos.


A título de ejemplo basta recordar los estudios de
Marcell Mauss (1906) sobre las sociedades esquimales y sus cambios estacionales, obra auténticamente pionera de la antropología ecológica.


La investigación de los documentos prehistóricos e históricos, confirma esta apreciación de los etnólogos, ya que se han encontrado múltiples evidencias de un profundo conocimiento de las leyes ambientales por parte de las civilizaciones del pasado.


Esta constatación no invalida en modo alguno la triste realidad del carácter vandálico de muchas acciones del hombre primitivo, con atentados que sorprenden por su terrible eficacia, habida cuenta de los escasos medios tecnológicos disponibles. La conocida frase de Reifenberg (1952), "...a los hijos del desierto se les debería llamar más exactamente padres del desierto", puede resumir la larga lista de destrucciones ambientales provocadas desde los comienzos de la humanidad; pongamos como ejemplo los incendios forestales y la sobreexplotación pastoril.


El papel de determinados personajes y disciplinas en los inicios de la ecología


Hay que reconocer a los biólogos y geógrafos un papel fundamental en los inicios de la ecología. Es justo recordar el aporte considerable de los griegos clásicos. Por ejemplo,
Aristóteles, además de filósofo, fue un biólogo y naturalista de gran talla. Baste citar sus libros sobre la vida y costumbres de los peces, fruto de sus diálogos con pescadores, y sus largas horas de observación personal.




Aristóteles, además de filósofo, fueun biólogo y naturalista de gran talla (
Biografía)


Si nos trasladamos al siglo XVIII, cuando la biología y la
geografía se están transformando en las ciencias modernas que hoy conocemos, es imprescindible reconocer el carácter absolutamente ecológico del trabajo de los fisiologistas en su progresivo descubrimiento de las relaciones entre la vida vegetal y animal con losfactores abióticos tales como la luz, el agua o el carbono. Entre los muchos ejemplos posibles, es suficiente recordar las investigaciones de Réaumur en el campo de la temperatura, así como las de Leeuwenhoeck acerca de la formación del almidón en las plantas verdes.




Georges-Louis Leclerc de Buffon (
Biografía)


También se realizaron durante el siglo algunos de los grandes viajes científicos que permitieron un conocimiento más metodológico de los paisajes geográficos de los diversos continentes, ejemplo entre otros del
Conde de Buffon, autor de los primeros tratados de biología y geología no basados en la Biblia; o Alexander von Humboldt, el cual exploró y estudió durante cinco años las tierras de América Latina.




Alexander von Humboldt (
Biografía)


El papel de los precursores del evolucionismo es asimismo fundamental, porque intuían que no había ningún tipo de predeterminismo en la gran variedad de especies vivientes existentes, sino progresivas adaptaciones ambientales.


Erasmus Darwin, abuelo del universalmente famoso
Charles Darwin, predijo algunas de las grandes tesis evolucionistas que desarrolló años más tarde su nieto y que influyeron de modo decisivo en las corrientes de pensamiento del siglo XIX.


Sin duda alguna, la polémica entre deterministas y evolucionistas fue uno de los principales debates científicos del siglo XIX, enfrentando a hombres de la categoría de
Cuvier, Owen, Agassiz y Kölliker, contra los nuevos "transformistas"Lamarck, Darwin, Herbert Spencer, Muller, Haeckel, etc.




Georges Cuvier (
Biografía) y Jean-Baptiste de Monet de Lamarck (Biografía)


El calor de la polémica fue muy fecundo, porque exigió de los transformistas que multiplicaran sus observaciones para justificar las nuevas teorías del evolucionismo.




Owen


En alguno de ellos se manifestó una conversión forzada por las evidencias; por ejemplo en el científico galés Richard Owen, que aún siendo vivamente adversario de la nueva teoría evolucionista, realizó descubrimientos que él mismo no podía justificar si


La ciencia ecológica


HISTORIA DE LA ECOLOGÍA


El "evolucionismo" inspirador de la ecología



La inestimable aportación de Charles Darwin a la elaboración de la nueva doctrina evolutivas
harles Darwin reunió en su persona las cualidades de biólogo y de explorador. Embarcado en el Beagle (1837), pudo impresionarse viendo la distribución de las especies vivientes en América del Sur y compararla con las europeas.

El estudio de la flora y fauna de las islas Galápagos (con sus evidentes endemismos) fue definitiva para la elaboración de su doctrina sobre la evolución de las especies.




Charles Darwin, autor de la teoría sobre

la evolución de las especies (
Biografía)



Islas Galápagos o Archipiélago de Colón: Provincia de Ecuador. Está formada por unas 16 islas mayores y numerosos islotes de origen volcánico, y situado en el Pacífico a unos 1000 km de la costa sudamericana.

Darwin, con sus meticulosos estudios, hizo un auténtico trabajo ecológico. Baste recordar su análisis sobre las lombrices de tierra como elementos constitutivos del suelo agrícola o las completas descripciones de la estructura y distribución de los arrecifes coralíferos.


Ernst Haeckel o El "padre de la ecología"

Dentro del ambiente evolucionista del siglo XIX, el biólogo y zoólogo alemán
Hernst Haeckel (1834-1919) es considerado el padre de la ecología, porque fue el primer científico que se propuso la creación de un neologismo especial para definir las relaciones entre los seres vivos y sushábitats, otro neologismo que se iba popularizando para significar el ambiente físico propio de una determinada especie viviente.




Ernst Haeckel, considerado el padre de la ecología (
Biografía)
Hernst Haeckel, que era muy aficionado a la creación de vocablos, se inspiró en la palabra economía para inventar un nuevo derivado de casa, para significar "el conjunto de conocimientos referentes a la economía de la naturaleza, la investigación de todas las relaciones del animal tanto en su medio inorgánico como orgánico, incluyendo sobre todo su relación amistosa u hostil con aquellosanimales y plantas con los que se relaciona directa o indirectamente". Haeckelutilizó el término Oekologie quizá ya en 1866, cuando conoció a Charles Darwin, a quien admiró desde el primer momento, aunque la palabra sólo se popularizó en la década de los setenta en los ambientes especializados.

A pesar del entusiasmo de
Haeckel por las ideas transformistas, su influencia científica quedó muy comprometida por el tono casi esotérico de sus enseñanzas, impregnadas de un espíritu místico que convertía el evolucionismo en una nueva religión predicada desde su cátedra de la Universidad de Jena.


no era recurriendo


Los trabajos interdisciplinares en los inicios de la ecología


l inicio de la ecología como nueva ciencia surge como fruto de los trabajos interdisciplinares de la segunda mitad del siglo XIX. Para citar sólo uno de los más espectaculares, podemos recordar la expedición del Challenger(1872-76), patrocinada por el Almirantazgo británico, con un importante equipo de científicos de todas las especialidades coordinado por Charles W. Thomson.


El Challenger visitó todos los mares conocidos y recogió muestras de todas las latitudes, proporcionando un valioso material de investigación que ocupó a un numeroso grupo de especialistas durante más de treinta años, bajo la dirección de John Murray, que dirigió la publicación de las memorias científicas en una extensa obra. El propio Murray, en colaboración con J. Hjort, escribió en 1912 una obra de síntesis sobre los temas trabajados durante toda su vida, con el título Las profundidades del Océano, considerado un tratado fundamental de oceanografía.


El trabajo en equipo de todos los científicos preocupados por los problemas de biología, paleontología,
geografía, oceanografía, geología, etc., precisamente en un momento de gran fecundidad creativa, permitieron la constitución de una nueva ciencia biológica, especializada en las relaciones de los organismos y susambientes abióticos.


Las distintas ecologías de finales del siglo XIX


A pesar de valiosos trabajos interdisciplinares desarrollados durante el siglo XIX, la mentalidad ecológica progresó de modo independiente entre botánicos y zoólogos e incluso, dentro de ambas ciencias, siguiendo itinerarios particulares según los grupos especializados en
botánica y zoología terrestre o acuática.


Los primeros pasos de la ecología botánica


La
ecología botánica fue la primera en desarrollarse, y con gran intensidad. En primer lugar, porque existían todos los precedentes de la geografía de los paisajes estudiados principalmente en función de la vegetación (Humboldt, De Candolle, etc.). También porque la inmensa mayoría de los vegetales están fijos en un lugar concreto, por lo que resulta más fácil el estudio de sus hábitats. E. Warming (1841-1924) publicó La ecología de las plantas (1895), que puede considerarse un verdadero tratado de autoecología, entendida como el estudio de las relaciones de las especies (en este caso vegetales) con los factores abióticos (luz, temperatura, humedad, nutrientes minerales, etc.).


Tres años más tarde, A. F. W. Schimper escribió La geografía de las plantas sobre una base fisiológica, defendiendo que el clima es el factor fundamental de las regiones fitogeográficas del mundo.


La ecología zoológica y acuática


La ecología zoológica, tuvo un desarrollo menor, a pesar de que la zoogeografía se había adelantado a la fitogeografía gracias a los trabajos de
Aldred Russel Wallace, quien publicó en 1876 su libro La distribución geográfica de los animales, perfeccionando un trabajo anterior de P. L. Sclater (1829-1913) y presentando un primer intento de división mundial en regiones zoológicas.




Alfred Russel Wallace protagonizó el primer intento

de división zoogeográfica (
Biografía)


La ecología acuática fue la que primero estudió las comunidades vivientes, incluyendo al mismo tiempo a los vegetales y
animales. No podemos olvidar la labor precursora de los microscopistas del siglo XVII que habían empezado a descubrir y a describir los pequeños organismos que observaban en el agua dulce (Leeuwenhoeck, Hooke, etc.). Los científicos del Challenger quedaron asimismo fuertemente impresionados por la enorme cantidad de microorganismos que hallaban constantemente a lo largo de sus rutas, y que Víctor Hensen bautizó como plancton (en griego significa "los que flotan"), reconociendo que se trataba de auténticas comunidades vegetales (fitoplancton) y animales (zooplancton).


Tras el estudio de un campo de ostras, K. Moebius introdujo el término
biocenosis(1872), definido como una comunidad de seres vivientes que habitan en un lugar determinado. El interés que despertaba la naciente oceanografía permitió la creación de los primeros centros de estudios, tales como la Estación Zoológica de Nápoles, fundada por Antón Dohrn en 1880. El biólogo suizo F. A. Forel publicó el primer trabajo de limnología El lago Lemman. Monografía limnológica (1895), estudio de la realidad biológica existente en las zonas lacustres.


a la teoría de Darwin.


Las distintas ecologías de finales del siglo XIX (continuación)


El aporte de otros campos al progreso de la ecología


e igual manera que la biología debe muchos de sus avances a la medicina (recordemos la labor de
Andrea Vesalius, primer anatomista de la Edad Moderna), también podemos decir que la ecología no sólo ha progresado gracias a la biología y a la geografía, sino también debido a los aportes procedentes de campos tan distintos entres sí como la medicina, la nutrición, la agronomía, la piscicultura o la veterinaria. Esa constatación tienen carácter general, debido a que cualquier estudioso preocupado por algún ser viviente, sea el hombre o referido al hombre, entra necesariamente en contacto con el objeto de la ecología.



Entre otras ciencias, la ecología progresó gracias
a la biología,de la que Andrea Vesalius fue un verdadero
precursor en anatomía humana (
Biografía)


El ejemplo clásico que puede ayudarnos a comprender mejor la afirmación precedente es el del químico
Justus Von Liebig; son famosos sus experimentos destinados a esclarecer el papel de los elementos químicos en los procesos vitales, anticipándose a la moderna bioquímica. Investigando sobre plantas verdes, llegó a demostrar la existencia de los "factores limitantes" que inhiben el desarrollo fisiológico de los vegetales cuando llegan a faltar algunos nutrientes indispensables, así como la posibilidad de reactivar el desarrollo con el concurso deabonos químicos. También insistió en la importancia fundamental de la energía solar como motor de todo el ciclo vital de la naturaleza.


Continuando la labor investigadora de
Liebig, precisamente en un punto que el químico alemán había dejado especialmente oscuro ("la fermentación es un morirse de la materia orgánica"), Louis Pateur prestó un enorme servicio a la medicina y a la nutrición con su explicación bacteriológica del fenómeno de la fermentación, al mismo tiempo que desarrollaba una auténtica labor ecológica, proporcionando nueva luz al capítulo de la descomposición de la materia orgánica.



El eminente Dr. Louis Pasteur prestó un enorme
servicio a la medicina y la nutrición, y en el campo de la
descomposición de la materia orgánica
(Biografía)

Pateur escribió asimismo un interesante trabajo sobre parasitología en la obraEstudio sobre la enfermedad de los gusanos de seda (1862), que le fue encargada por el gobierno de su país, preocupado por una epidemia que arruinaba a la industria sedera francesa.


Se podría alargar indefinidamente la lista de las investigaciones y experiencias realizadas por agrónomos, silvicultores, zootécnicos y otros especialistas en ciencias prácticas, que han significado casi siempre un mejor conocimiento de algún nuevo aspecto de las interacciones existentes entre los seres vivos y su entorno, permitiendo que la ecología pudiera progresivamente ir fijando el campo de sus propios objetivos.


La nueva ciencia a finales del siglo XIX


En resumen, a finales del siglo XIX se perfilaba la ecología como una nueva ciencia biológica. Con verdaderas obras de mérito, redactadas por los estudiosos del medio ambiente acuático, siendo asimismo muy valiosos los aportes de los botánicos (principalmente los especialistas en geobotánica y fisiología), quedando más rezagada la investigación ecológica de los zoólogos. El siglo XIX no sólo ideó un nuevo término, el de ecología, sino que lo llenó de contenido suficiente para justificar el nacimiento de una nueva ciencia, dentro de la óptica evolucionista y como rama especializada de la biología.


Hay que reconocer, sin embargo, que la primitiva ecología era fundamentalmente una autoecología, analizando las influencias del ambiente físico sobre los seres vivientes, sin penetrar suficientemente en el campo de las comunidades naturales, a pesar de los excelentes trabajos de Moebius sobre la
biocenosis.


El nacimiento de la ecología se vio favorecido gracias al desarrollo convergente de otras muchas ciencias teóricas y prácticas, todas ellas interesadas en la problemática de los seres vivos y su entorno, o en la elaboración de nuevos métodos para comprender los problemas de la población.

l tema de la población mundial había empezado a preocupar a algunos matemáticos del siglo XVIII. Entre los precursores podemos citar a
Leonhard Euler, autor de los primeros estudios de los censos disponibles para descubrir las tendencias demográficas utilizando modelos matemáticos.




Leonhard Euler, autor de los primeros estudios

sobre tendencias demográficas (
Biografía)


Sin embargo, fue a finales del siglo XVIII cuando se inició el gran debate sobre la población mundial, con la obra de
Thomas R. Malthus Ensayo sobre el principio de la población (1798), en la que el autor recomendaba por primera vez en la historia la necesidad del control de la natalidad para luchar contra la progresión demográfica que amenazaba la propia supervivencia de la humanidad.




Thomas R. Malthus iniciócon su obra el gran
debate de la población mundial (
Biografía)


Durante el siglo XIX se multiplican los estudios demográficos, con un progresivo perfeccionamiento de las técnicas estadísticas, instrumento fundamental para el estudio científico de las tendencias de la población.


Aunque el objetivo de los demógrafos (Quételet, Verhulst, etc.) fuese la población humana, lógicamente sus métodos de estudio resultarían de gran utilidad para los ecólogos que se enfrentaban a los problemas de las poblaciones de los ecosistemas


El impulso de la Revolución Industrial y creación de las primeras sociedades de preservación de la naturaleza


entro de la permanente dialéctica existente entre el hombre y la naturaleza, el siglo XIX vio el impulso de la Revolución Industrial, con sus continuos atentados contra el medio ambiente, al tiempo que se constituían grupos y sociedades de inspiración romántica para salvaguardar los "monumentos naturales", según expresión de
Alexander Von Humboldt refiriéndose a las maravillas de la naturaleza salvaje.


En Francia, desde 1853, el grupo de artistas de la Escuela de Berbizan creó las denominadas "series artísticas naturales", como el bosque de Fontainebleau, reconocido como reserva oficial bajo protección estatal en 1861.



Secoya: Nombre común de las coníferas de la familia taxodiáceas(Sequoia sempervivensy Sequoiadendron giganteum), características de California, que pueden alcanzar entre los 80 y 100 m de altura. La edad de estos árboles se calcula entre 2000 y 3000 años.



John Muir consigue en 1864 que el Congreso de los Estados Unidos ceda al estado de California el valle de Yosemite yMaripose Grove; dichos parajes constituyen las primeras
reservas naturales norteamericanas para la protección de las secoyas.


En el mismo año, George P. Marsh escribió Hombre y naturaleza, que todavía hoy podría sorprendernos por la sutilidad de sus análisis medioambientalistas, al tratar de la modificación de la superficie terrestre por la acción del hombre y la necesidad de la
conservación de la naturaleza. 1872 fue el año de la creación del primer parque natural mundial en Yellowstone (Estados Unidos), seguido quince años más tarde, por el de Banff, en las Montañas Rocosas canadienses.



John Muir consiguió que se constituyeran las primeras
reservas naturales norteamericanas de secoyas


Los amigos y protectores de la naturaleza realizaron asimismo una labor considerable en el estudio de las costumbres de los
animales, la elaboración de las listas de especies en extinción, las campañas destinadas a la preservación de los lugares de mayor belleza salvaje, incluso sin estar catalogados como zonas protegidas por los Estados y, principalmente, la progresiva concienciación ciudadana del necesario respeto que merece la naturaleza, extremadamente frágil a pesar de su impresionante aspecto.


Una de las más importantes características del progreso científico del siglo XX, es la preponderancia de la investigación en equipo por encima de la labor personal. Por ello reviste mayor interés el estudio de los nuevos conceptos y teorías que se van elaborando, que la atribución a un científico concreto de la paternidad de una idea que, a menudo, sólo ha sido posible gracias a la multiplicación de las investigaciones por parte de distintos equipos de trabajo.


A pesar de ello, hay varios nombres que jalonan el progresivo desarrollo de la ciencia ecológica a lo largo del siglo XX, debido a que los resultados de las investigaciones se publican en obras de autor, y por el papel prominente de las cátedras universitarias en el trabajo de ordenación de los conocimientos ecológicos en tratados sistemáticos. En ambos capítulos, la influencia estadounidense ha sido preponderante, lo que no significa la ausencia de investigación y logros en otros países del mundo, sino un menor conocimiento y divulgación de dichos aportes a nivel internacional.


Las etapas de la nueva ciencia ecológica


s siempre artificioso querer precisar unas etapas históricas en la sistematización de una nueva ciencia, porque los diversos centros de interés que constituyen sus principales objetivos acostumbran a ser investigados simultáneamente por distintos grupos científicos. Sin embargo, puede resultar práctico fijar ciertas cronologías orientativas insistiendo en los aspectos más característicos de la biografía de cada época. Aplicando este principio al siglo XX, se pueden señalar las etapas siguientes:


El encuentro entre ecólogos, botánicos y zoólogos tiene lugar hacia la década de 1920, cuando se empieza a hablar de comunidades ecológicas mixtas y de bioecología, prefiriéndose esta nueva expresión a las tradicionales de ecología vegetal y ecología animal.


Es a partir de esta coincidencia cuando puede hablarse y aceptarse la ecología como ciencia. No es de extrañar, por consiguiente, que los primeros tratados de ecología general se publiquen durante la tercera década del siglo XX, aunque las obras más significativas serán posteriores a la Segunda Guerra Mundial.


A pesar de que los primeros estudios de ecología humana se remonten a principios del siglo XX, esa rama de la ciencia ecológica se desarrolla, asimismo, después de la Segunda Guerra Mundial, con dos líneas de trabajo perfectamente diferenciadas: la Etnológica, preocupada por las comunidades humanas primitivas, y la Urbana, interesada por las comunidades modernas y trabajando en íntima relación con la sociología.


La problemática de la contaminación provocada por la sociedad industrial se remonta al siglo XIX, pero la magnitud del deterioro del medio ambiente adquiere una dimensión planetaria hacia la mitad del siglo XX. Por esa causa, el esfuerzo de salvaguardia de la naturaleza que se había iniciado en el siglo anterior con la creación de parques naturales, progresivamente se amplía a nivel de biosfera, entendida como el ecosistema de toda la gran comunidad viviente mundial. De ahí nacerá la ecología política, con la proliferación de movimientos militantes ecologistas y el inicio del gran debate de las últimas décadas del siglo XX sobre los límites del crecimiento.


El desarrollo de las distintas ecologías por separado


En un análisis del desarrollo de las distintas ecologías por separado, en los primeros años del siglo XX son raros los estudios de comunidades mixtas, salvo en los campos muy concretos de biocenosis acuáticas, prosiguiendo los trabajos especializados de botánicos y zoólogos.


La ecología botánica


Por lo que se refiere a la ecología botánica, se multiplican los trabajos de fitogeografía y se desarrolla el estudio de las asociaciones y comunidades vegetales como elementos principales del paisaje. Son asimismo importantes los progresos realizados en fisiología vegetal, con un mejor conocimiento de las dependencias de las plantas en elementos
abióticos.


Entre los muchos autores, cabría citar algunos nombres significativos: C. Schöter, que se interesa por las comunidades vegetales de los Alpes (1926); Boysen Jensen, autor de La producción de materia por las plantas (1932), reconocido como creador de la Escuela Danesa de Productividad Vegetal; J. Braun-Blanquet, que se ocupa de lo que él llama sociología de las plantas (1927); Arthur George Tansley y T. F. Chipp, preocupados por los estudios de metodología, atribuyéndose al primero la introducción del término ecosistema (1935), que llegaría a ser la noción clave de la ciencia ecológica; Frederic E. Clements, que escribió varios estudios de ecología vegetal. Clements puede ser considerado un "hombre-puente", ya que fue el autor de uno de los primeros tratados generales, Bio-ecología (1939), obra escrita en colaboración con V. E. Shelford, científico procedente del sector de la ecología animal.


La ecología animal


En el campo de la ecología animal también se multiplican los estudios parciales sobre temas tan diversos como pueden ser el comportamiento de los
animales, los problemas de población y alimentación y el análisis de las relaciones depredador-presa, etc. Entre algunos de los autores más destacados cabe citar: C. C. Adams, que escribió en 1913 una Guía para el estudio de la ecología animal; Richar Hess, interesado por la geografía ecológica de los animales (1937), o sea, su distribución sobre la Tierra según comunidades ecológicas características; R.N. Chapman, que publicó una Ecología Animal (1931), cuatro años después de la aparición de la que escribió Charles Elton, mientras este último orientaba sus investigaciones sobre el problema de la evolución de las especies animales desde una óptica de laboratorio; Orlando Park y W. C. Allee, especialistas ambos de la ecología de laboratorio, tanto a nivel animal como en experimentos de carácter más general; el ya citado V. E. Shelford, que había estudiado las comunidades animales de la América templada (1913) y, después de realizar numerosas experiencias de laboratorio, colaboró con Clements en las primeras formulaciones de la bioecología.


La ecología acuática


La multiplicación de estaciones investigadoras marítimas y lacustres contribuyó a que la ecología acuática continuara siendo la más avanzada en los estudios ambientales. Entre las estaciones marítimas se impusieron las estadounidenses Scripp (1903), en California, y Woods Hole (1930), en la costa atlántica.


El laboratorio lacustre de Plön, en Alemania, fue uno de los más importantes centros de investigación ecológica europeos, corroborando el papel privilegiado de los lagos y ríos como laboratorios naturales para el estudio de unos ecosistemas de dimensiones reducidas y gran riqueza biológica.


No es de extrañar, por consiguiente, que sea en la rama de limnología donde se realicen estudios de gran interés, como los de A. Thienemann, que investiga las relaciones entre el medio lacustre y su entorno fisiográfico, hasta llegar a los tratados generales de P. S. Welch (1935), posteriores a las conclusiones del I Congreso Internacional de Limnología de Kiel (1922), por las que se fijaba como objetivo de esa ciencia el estudio de todos los medios de agua dulce.


En el campo de la oceanografía, la publicación de Los océanos, obra colectiva de Harold U. Sverdrup, M. W. Johnson y R. H. Fleming, editada en 1942, representó una síntesis de los conocimientos de la época sobre el medio marino.


La ecología de la población


Para el futuro desarrollo de la ecología de la población, las primeras décadas del siglo XX contaron con un matemático excepcional, el italiano Vito Volterra (1860-1940), uno de los creadores del análisis funcional, que perfeccionó estudiando las relaciones depredador-presa, tanto en los ambientes naturales como en la actividad humana (por ejemplo, en el caso de la pesca excesiva).



Vito Volterra


R. Pearl publicó en 1930 un estudio titulado La biología del crecimiento de la población, trabajo casi simultáneo a las investigaciones de Gause sobre los "nichos ecológicos" y a las de Alee sobre las que él llamaba "agregaciones animales". Las experiencias de laboratorio de Thomas Park se sitúan, asimismo, dentro de los esfuerzos para comprender las dinámicas de población en la comunidad ecológica


naturales, con sus equilibrios y evoluciorecisamente porque el progreso de la humanidad se concibió, a partir de la revolución industrial, en términos de crecimiento económico, es lógico que el debate sobre sus consecuencias se exprese en los mismos términos.


Es aquí donde los economistas que tuvieron amplitud de miras e interés en las repercusiones ecológicas, jugaron un importante papel en el debate.


La generación del debate


Ya en el siglo XVIII,
Malthus se opuso al optimismo no sólo de los economistas liberales, como Adam Smith, sino incluso de los utopistas al estilo de Godwin, generando el gran debate sobre la población. Más tarde, los precursores de la ecología y padres del evolucionismo, Charles Darwin y Alfred R. Wallace, insistieron también en los problemas de la superpoblación y la consiguiente penuria de alimentos para las especies excesivamente prolíficas.


A finales del siglo XX el debate cobró una nueva dimensión porque, como consecuencia del desarrollo industrial, la problemática de la alimentación se ha transformado en la del progresivo agotamiento de los recursos naturales. Los economistas con sensibilidad ecológica han sido los primeros en percatarse de que el crecimiento económico indiscriminado comporta necesariamente la reducción de los recursos no renovables.


Kenneth E. Boulding utilizó en 1966 la gráfica expresión de que la Tierra es como una "nave espacial", con unos recursos limitados que deben ser utilizados de modo racional y moderado para asegurar la supervivencia de la humanidad. A partir del convencimiento de que vivimos en un mundo finito, a la filosofía económica basada en el crecimiento exponencial (al estilo de la escuela estadounidense del Instituto Hudson) va oponiéndose otra que no sólo preconiza un crecimiento demográfico cero, sino también un crecimiento económico.


Especial resonancia del debate tras los informes del Club de Roma


En 1972, el debate sobre el "crecimiento cero" tuvo especial resonancia, debido a la publicación de dos obras significativas: el informe del Club de Roma, denominado Los límites al crecimiento y la carta Mansholt, edición de la que Sicco Leendert Mansholt envió, con fecha 9 de febrero, al presidente de la Comunidad Económica Europea, Franco María Malfatti.



La problemática de la alimentación y el progresivo agotamiento de los
recursos naturales, cobró una nueva dimensión a finales del siglo XX.


Los límites al crecimiento recoge el primer volumen de los trabajos realizados en el System Dynamics Laboratory del Instituto de Tecnología de Massachusetts (Massachusetts Institute of Technolgy: MIT), bajo la dirección de Dennis L. Meadows, por encargo del Club de Roma, presidido por Aurelio Peccei. El trabajo se basa en la teoría de la dinámica de los sistemas de Jay W. Forrester, que preconiza, incluso para mejor comprender y prever las estructuras sociales, la elaboración de adecuados modelos capaces de ser tratados por computadoras.


Después de varios trabajos preparatorios sobre dinámicas industrial (1961) y urbana (1969), Forrester publicó el modelo World-2 en su obra Dinámica mundial(1971). El modelo World-2 trataba de definir y prever la realidad mundial basándose en un sistema de 45 ecuaciones básicas relacionando seis sectores fundamentales: población, inversión de capital, espacio geográfico, recursos naturales, contaminación y producción de alimentos.


Siguiendo la misma metodología de Forrester, el equipo de Dennis L. Meadows preparó un nuevo modelo, World-3, con 77 ecuaciones básicas que relacionan cinco variables fundamentales: población, producción agrícola, recursos naturales, producción industrial y contaminación. World-3 demostraba que la actual tendencia del mundo llevaba inevitablemente a un colapso que debería producirse antes de un siglo, provocado principalmente por el agotamiento de los recursos naturales. Para remediarlo, proponía siete medidas correctoras a iniciar desde el año 1975, basadas fundamentalmente en la reducción de la producción industrial, la reorientación de las actividades humanas hacia los servicios educativos y sanitarios, la mejora en la producción de alimentos básicos y el fomento de una política de reciclado de los residuos.


La Carta Mansholt es el primer comentario autorizado del informe del Club de Roma. Además de las variables analizadas por el MIT, Mansholt incluye nuevos sectores "políticos", tales como la democratización de la sociedad, las relaciones entre los países más o menos desarrollados económicamente, la igualdad de oportunidades y el sentido humano del trabajo.


Las estrategias preconizadas por Mansholt corresponden a las propuestas por el equipo de Meadows, aunque incluyen acciones políticas que los investigadores del MIT eludieron deliberadamente, como, por ejemplo, instaurar una reforma aduanera en favor de los productos no contaminantes y reciclables y la necesidad de un Parlamento supranacional con plenos poderes (como mínimo, a escala europea). Mansholt insiste también en la necesidad de sustituir el culto al producto nacional bruto, como máximo exponente del desarrollo, por lo que él llama la "felicidad nacional bruta", siguiendo ideas que ya fueron anteriormente expuestas por economistas como Paul A. Samuelson y Jan Tinbergen.


El primer informe del Club de Roma provocó numerosas críticas, entre las que destaca la del equipo interdisciplinario de la Universidad de Sussex, constituido por H. S. D. Cole, C. Freeman, M. Jahora y K. L. R. Pavitt, que discutió la validez del modelo World-3, precisamente debido al criterio de selección de las variables escogidas. También reconocían que en el informe del MIT adivinaban una intencionalidad política, a pesar de las declaraciones de sus autores, que convertía dicho estudio en un instrumento al servicio de los poderosos, preocupados por la progresiva congestión de las infraestructuras por la generalización del consumo a niveles masificados.


Otra crítica que reconoció el propio Mansholt en su Carta ya citada, era la de no considerar suficientemente las disparidades regionales existentes en el mundo. Sin embargo, no hay que olvidar que el estudio Los límites al crecimiento era el primero de los que confió el Club de Roma a distintos equipos de expertos internacionales.


En 1974, Mihahjlo Mesarovic y Eduard Pestel publicaron La humanidad en la encrucijada, nuevo informe que intenta analizar de modo más específico las diferencias de zona, dividiendo el mundo en diez regiones, según criterios políticos, económicos y culturales. Desgraciadamente, el trabajo no parece poseer el rigor científico que el tema requería.


A pesar de sus indudables lagunas, los informes del Club de Roma han aportado nuevos datos incuestionables sobre el progresivo deterioro ecológico, contribuyendo a acrecentar el interés por el uso de la informática en la investigación de los sistemas sociales. Por otro lado, el debate sobre el crecimiento cero está mejor centrado al plantearse de modo indiscutible el carácter finito de nuestro planeta, independientemente de la injusta distribución de recursos que pueda sufrir la humanidad.


nea acumulación de estudios y experimentos, la búsqueda de un nuevo vocabulario y las sistematizaciones parciales sobre cuestiones particulares hicieron posible la publicación de las primeras ecologías generales durante la década de 1950.


El trabajo de síntesis fue especialmente laborioso, debido a la enorme cantidad de neologismos forjados por los primeros ecólogos, que hicieron necesaria la publicación de un primer glosario de nomenclatura, obra de J. R. Carpenter, en 1938. También colaboró eficazmente al desarrollo de la ecología general el tratado de bioecología de Clements-Shelford, ya citado en otro artículo anterior.


Los dos grandes tratados de ecología general, traducidos a todas las lenguas modernas y que han contribuido de modo definitivo al reconocimiento de la ecología como ciencia individualizada, son Fundamentos de ecología, escrito por E. P. Odum en 1953, y Elementos de ecología, obra de G. L. Clarke, publicada en 1954. Por su brevedad y claridad, también es interesante la Ecología básica de R. y M. Buchsbaum, editada en 1957.


En la perspectiva de los ecólogos de la década de 1950, queda definitivamente establecido que la ecología es una ciencia diferenciada dentro de la biología. G. L. Clarke la definió de manera muy expresiva, diciendo "que viene a ser el estudio de la fisiología externa de los organismos, los cuales necesitan un continuo aporte de energía y de materia para poder conservar la vida, al mismo tiempo que deben eliminar sus propios residuos".


Estudio del medio sobre los organismos, y de las relaciones intraespecíficas e interespecíficas


Existe, por consiguiente, una primera parte de la ecología general en la que se debe estudiar la influencia del medio sobre los organismos. Para mayor claridad, es preferible escoger los ejemplos a nivel de especies individuales, porque las influencias del medio en las comunidades naturales resultan mucho más complejas. Se estudian los dos grandes medios (el agua y el aire) y la tierra, comprendida como sustrato.


Se analiza la energía solar y las reacciones que provoca en los organismos, en su doble modalidad de luz y calor. Esta parte de la ecología general queda más completa si incluye unos capítulos de paleontología y biogeografía, para explicar en una perspectiva espacial y temporal más amplia la incidencia del entorno sobre los organismos.


En una segunda parte, se analizan las relaciones intraespecíficas de los individuos de la misma especie que forman una determinada población, con todo el conjunto de sus leyes demográficas.


Finalmente, en una tercera parte, la ecología considera las relaciones interespecíficas que regulan el equilibrio dinámico de las comunidades naturales, constituidas por la armoniosa integración de un conjunto de especies vegetales y
animales en un lugar determinado. Además del estudio de las leyes que regulan la existencia de estas comunidades, se intenta descubrir y cuantificar la productividad del sistema, estableciendo el balance y teniendo en cuenta las cadenas alimenticias que lo constituyen.


Expresando en leguaje técnico el contenido de lo que se podría definir como un manual clásico de ecología general, podríamos reunir las dos primeras partes en un conjunto llamado autoecología, en la que se estudiarían las relaciones de una especie con su ambiente abiótico y entre los individuos que forman una población intraespecífica, mientras que la tercera parte sería el objeto de la sinecología, o sea, el estudio de las relaciones interespecíficas de las comunidades desde una perspectiva de productividad dinámica.


La sinecología se impone como la parte más importante de la ecología, porque la naturaleza es un conjunto incesantemente renovado de comunidades virtuales en equilibrio dinámico con su entorno físico. Tansley (1935) tuvo la intuición de atribuir a estas comunidades el papel central de la nueva ciencia, dándoles el nombre de ecosistemas, es decir, una unidad ecológica compuesta de organismos vivientes (una biocenosis) con su correspondiente medio inerte (un biótopo).


Redefinición de la nueva ciencia ecológica y su adaptación al estudio de las poblaciones humanas


Casi cien años después de la primera definición de Ernest Haeckel la ecología se redefinía como la ciencia que trata de las relaciones entre los seres vivos y su medio físico, así como las relaciones con todos los demás seres vivos de dicho medio. F. C. Evans (1956) insistió en el papel primordial de los ecosistemas y del interés en centrar su estudio desde una perspectiva energética.


Dentro de la ciencia ecológica, el hombre ocupa un lugar destacado de entre los seres vivos que pueblan la Tierra. Es lógico que la metodología de esta nueva ciencia, que se iba perfeccionando a medida que avanzaba el siglo XX, se mostrase adaptada al estudio de los humanos, a grupos formando poblaciones. No hay que olvidar que la demografía se inició precisamente como ciencia del hombre, ampliándose sólo más tarde al conjunto de las otras poblaciones. Por otro lado, la ecología humana podía aprovechar la información acumulada en los trabajos de geógrafo, etnólogos y sociólogos, que investigaban con rigurosa metodología las comunidades humanas rurales y urbanas.


Interés particular de la ecología urbana y de la antropología ecológica


La ecología urbana interesó de modo particular a los investigadores estadounidenses, que pronto empezaron a publicar valiosos trabajos como La Ciudad (1925), obra colectiva de R. E. Park, E.W. Burgess y R. D. McKenzie. Este último publicó, años más tarde, La comunidad metropolitana (1933), mientras Park reunía una importante documentación que se editaría a principios de la década de 1950 con el título de Comunidades humanas: la ciudad y la ecología humana (1952), obra contemporánea a las Ecologías humanas de A. H. Hawley y J. A. Quinn (ambas publicadas en 1950) y algo anterior a la famosa Ecología del hombre (1957), de P. B. Sears.


El estudio de las pequeñas comunidades primitivas, a pesar de constituir excelentes objetivos de investigación, ya que pueden ser considerados "ecosistemas humanos casi naturales", tuvo un desarrollo menos espectacular que el de la ecología urbana, aunque abundaron las monografías desde principios del siglo XX. La influencia de la antropología en esta especialidad de la ecología humana es considerable, debido al desarrollo simultáneo, en el seno de aquella ciencia, de la llamada antropología ecológica.


Entre los autores estudiosos de grupos humanos concretos, podemos recordar a M. D. Sahlins, que viajó a Oceanía para conocer la estructura social de los polinesios (1958), R. F. Spencer, que convivió con los esquimales del norte de Alaska (1959), y J. H. Steward, que elaboró, después de sus estudios sobre los indios shoshones, una interesante Teoría del cambio cultural (1955), muy en la línea del nuevo pensamiento que se iba desarrollando dentro de la antropología y de la
geografía culturales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario